El famoso científico francés del siglo XVII Blaise Pascal amaba las matemáticas y la física, pero también era un apasionado de la literatura y la filosofía. Un día el juego le llamó la atención. Con su ayuda pudo desarrollar muchas ideas científicas y resolver cuestiones no habituales.
Al igual que el filósofo Aristóteles, el matemático se apasionó por los dados y comenzó a calcular diferentes regularidades. El trabajo duro dio resultados curiosos: Pascal consiguió calcular el número de tiradas de los dados (refiriéndose al uso simultáneo de dos piezas de dados) que hacía que la probabilidad de ganar fuera mayor que la de perder.
Los dados, la cara y la cruz y otros juegos de azar ya se habían estudiado mediante el análisis matemático, pero las soluciones del matemático francés se convirtieron en fundamentales en la investigación de las regularidades en los sucesos aleatorios. Estos estudios se atribuyen ahora a la teoría de la probabilidad, cuyas semillas fueron sembradas por Aristóteles cuando habló de «la ciencia de lo posible».
Al mismo tiempo e independientemente de Pierre Fermat, Pascal resolvió otro enigma matemático, en el que ya había trabajado el italiano Luca Pacioli. La cuestión se refería a la distribución de las apuestas en caso de interrupción de una serie de juegos. Tanto Pascal como Fermat buscaron por sí mismos las respuestas a sus preguntas, pero hubo correspondencia entre ellos. Estas grandes mentes formularon y describieron la noción de expectativa matemática y los teoremas de multiplicación y suma de probabilidades. El cálculo de la probabilidad de ganar una partida de ruleta sin estos indicadores pierde una cantidad significativa de precisión.
Las Actas de las Matemáticas del Azar, así como el Tratado del Triángulo Aritmético, describen algunas de las cuestiones que pueden surgir en el proceso de los juegos de azar. El científico francés volvió al tándem del juego y el análisis matemático en sus últimos años y calculó la posibilidad de ganar con 36 números. Este es también uno de los fundamentos para el futuro de la ruleta.
La probabilidad de ganar para los números del 1 al 36 puede haberse considerado utilizando el bingo como ejemplo. Sin embargo, según la leyenda, Pascal también tuvo la idea del atributo principal de la ruleta. Una rueda de madera dividida en 36 segmentos se coloca horizontalmente y gira sobre un eje central predeterminado. El científico tenía muchas ideas y planes; la creación de un nuevo juego de azar no era su objetivo en sí mismo. Este dispositivo permite estudiar los matices de la generación de números aleatorios. Tras un breve giro, la rueda se detenía sin ningún esfuerzo adicional.
Más tarde, Blaise Pascal tuvo mucho contacto con la nobleza de la corte, y la rueda, innecesaria tras sus investigaciones, se convirtió en objeto de diversión para la alta sociedad. El juego se incrementaba con una pequeña bola que rodaba entre los sectores hacia el lado opuesto de la rotación de la base redonda plana. Es posible que así fuera la legendaria ruleta francesa y la diversión de adivinar el número de una bola traviesa.
Aunque es imposible precisar los motivos que se esconden detrás de los distintos dispositivos, hay indicios de que Pascal se aficionó a la ruleta a mediados del siglo XVII no por accidente, sino deliberadamente. El matemático quería hacer un entretenimiento interesante para los monjes reclusos. La idea es un poco extraña, pero hay pruebas de que Blaise pasó los últimos años de su vida entre los muros de un monasterio. Tal vez también buscaba inventar algo para sí mismo, para que el aburrimiento no llenara su tiempo. El matemático consiguió dejar una huella brillante en los juegos de azar e influir drásticamente en su desarrollo.