En la historia de los casinos y del juego no todo son pérdidas espectaculares y ganancias inimitables. También hay un lugar para las historias divertidas. Le presentamos 7 fascinantes historias de la vida real, que demuestran que todo el mundo puede apostar, independientemente de su estatus social o su posición en la sociedad.
La Iglesia, como sabemos, considera que el juego es una actividad pecaminosa. Pero entre los clérigos hay a veces quienes actúan en contra de los cánones de la Iglesia. Por ejemplo, un caso curioso le ocurrió a un sacerdote en Chicago. Un empleado de la iglesia sufría de una adicción al juego, pero estaba en una recaída.
Un día tuvo una crisis nerviosa. El hombre llegó incluso a forjarse una identidad falsa para poder jugar a la ruleta. Nadie habría sabido de la debilidad del clérigo si no fuera por la intervención de Su Majestad Chance. Una afortunada coincidencia permitió que el sacerdote se llevara el premio gordo de 1 millón de dólares. El pecado del sacerdote se hizo público y tuvo que dimitir. Aunque es poco probable que el despido le moleste demasiado.
Otro clérigo era un ávido aficionado al póker. Una vez tuvo la suerte de jugar una partida con un jugador de póquer muy conocido en los círculos de juego, Negreanu. Sorprendentemente, la suerte del sacerdote fue buena. El sacerdote ganó un gran partido contra el profesional y decidió destinar el dinero ganado a obras de caridad para expiar sus pecados. El sacerdote donó todo el dinero que ganó a la iglesia.
Una historia divertida con un toque de tristeza tuvo lugar en Nueva Zelanda. Fue aquí donde un chico y una chica de China llegaron con un astuto plan para estafar a un casino. Querían engañar al personal del casino apostando después de que la bola de la ruleta hubiera caído en una caja. Los evasores consiguieron incluso el apoyo del concesionario, al que prometieron pagar el 50% de las ganancias. Sin embargo, su plan se fue al traste. Los guardias de seguridad del casino descubrieron el plan y llamaron a la policía. El resultado de esta ridícula estafa no fue para nada gracioso. La chica de la banda pagó una enorme multa, y su novio fue a la cárcel junto con el traficante.
El propietario de un casino rumano reaccionaba violentamente cada vez que perdía una apuesta. Maldijo a la máquina tragaperras, la culpó de su fracaso y le dio patadas y puñetazos. Temiendo por la seguridad de los bienes de valor, los guardias de seguridad del casino escoltaron al inestable visitante fuera del establecimiento. Pero el jugador no se rindió fácilmente. Se sentó en el porche frente al casino y… se puso en huelga de hambre. Prometió morirse de hambre hasta que le dejaran volver a entrar. Esa es la historia.
Otro percance tuvo lugar en un estado norteamericano. Los trabajadores del casino cometieron un curioso error y entregaron las ganancias no al legítimo propietario, ¡sino a su tocayo! Sí, bueno, es una verdadera lástima. El hombre afortunado ganó nada menos que 1 millón de dólares, pero para regocijarse en la sonrisa de la fortuna, tuvo muy poco tiempo. El verdadero ganador no tardó en acudir a los tribunales y, tras numerosos juicios, consiguió que le devolvieran las ganancias de forma ilegal.
Como puede ver, el mundo del juego es diverso e increíble. Algunos consiguen ganar grandes sumas de dinero, otros disfrutan jugando a la ruleta o al póquer, mientras que otros intentan engañar al casino y pierden y van a la cárcel.